sábado, noviembre 29, 2008

To my brothers, the both.


Yes, it's true. I'm crying. Yes, I Know. I'm a sentimental.

viernes, noviembre 28, 2008

MASA, AMASA LA MASA


“Recuérdese que al comienzo distinguíamos al hombre excelente del hombre vulgar diciendo que aquél es el que exige mucho a sí mismo, y éste, el que no se exige nada...”


ORTEGA Y GASSET, José (1930), La rebelión de las masas, Colección Austral, 1, Madrid, Espasa-Calpe, 1956 [decimatercera edición]


He descubierto que soy masa, porque no encuentro ninguna gratificación en el esfuerzo. 

Ortega habla con insistencia de un tal “hombre-masa”, mas yo no soy hombre, sino mujer. 

Luego sólo puedo ser masa, es decir, La Masa, ese ser incontrolado y verde que todo lo devora. 

jueves, noviembre 27, 2008

Lo he visto...

He visto mi deseo. 

Me lo he sacado de las tripas en un arrebato de curiosidad. Me he hincado las uñas debajo del diafragma en el momento justo de la inspiración y he tirado fuertemente hacia arriba durante la exhalación. Ha salido disparado. 

Era un amasijo informe que gritaba con mil voces chirriantes. Bajo la película sanguinolenta de mis entrañas se escondía una masa gelatinosa de color verduzco, como la envidia. ¿Esto es mi deseo? he pensado decepcionada. Pues vaya mierda. Y ahí lo he dejado, en mitad del salón. 

Luego, he vuelto a recogerlo. No me parecía conveniente dejar sin limpiar mis heces. 

Ya no era sino una pequeña piedra negra como el tizón y humeante. Ni sombra del sebo chillón de hace un momento. Está muerto, confirmé. Qué poco ha durado. 

miércoles, noviembre 26, 2008

El basilisco, la fea y la mala

A veces siento como la ira me asciende desde la punta de los pies y me eriza la melena. Empieza como un leve cosquilleo que se expande para poseerme súbitamente. Para convertirme en el basilisco que abre la puerta y con espuma en la boca empieza a succionar las yugulares de todos aquellos que en pasillo departen amistosamente y a voz en grito, como si tras las paredes no hubiera gente intentando concentrarse. 

Entonces me pongo los cascos y Ennio Morricone hace que todo desaparezca. Incluída mi fallida concentración.



martes, noviembre 25, 2008

Se redujo hasta poder hundirse, microscópica, entre las páginas del libro. Entonces, las letras eran gigantes, como molinos y en su grandiosidad, inalcanzables, incomprensibles. Montañas cuyas cimas se perdían en el cielo. Tardó en atravesar una coma una semana, y extenuada, derrengada y rota, rompió a llorar al ver, tras el ímprobo esfuerzo, alzarse al final del camino, kilométricamente enhiesto, el inicio de un trazo indescifrable.

Lloró todo un día, hasta alcanzar la locura de mano de la risa, floja y cantarina, abierta y carcajeante. Reunió sabiduría en el desternillamiento y creció, creció sin consumo de hongos, hasta quedar sentada en aquella coma que tanto la torturó. Ahora que tenía el poder del tamaño, ese mismo que siempre ostentó en la tortura a los ratones, pateó furibunda aquel miserable signo de puntación, creyendo, vanidosa, que siempre le sobraría.

A su derecha una “a” y a su izquierda una “n”, letras de molde. Quiso despreciarlas por su perfección mecánica, mas dándose cuenta de que pecaba de soberbia, reprimió su ira, y acarició su tersura negra, superficie pulida, brillante, casi reverberante, azabaches profundos, fríos, buscándoles algún encanto.

Recorrió la línea contemplando cada letra, en sí misma, sin poder, todavía, alcanzar a comprender el nexo que las unía. Las rodeaba como si fueran puntos independientes, mojones que marcaban un camino hasta que, al final de la frase, más allá del punto, se le abrió un abismo blanco, inmenso y cegador, sin fondo, un margen del que no se alcanzaba a ver el otro lado, si lo hubiere.

Se sentó con los pies colgando inertes en el precipicio. Y le fue fácil caer, caer, sin darse cuenta de que caía, porque la blancura cegadora le impedía comprobar que no había nada. Y así, creyó que vagaba por aquel espacio ancho y vacío. Súbitamente se percató de un leve murmullo de mucha gente, y de cierto olor a fritanga, a kebab barato y a vino peleón y pegajosos.

Y una voz entre todas se destacó. Parloteaba y era fácil imaginarla moviendo mucho las manos en una explicación precipitada que nadie había solicitado. El discurso fue perdiéndose de nuevo entre el barullo sin que alcanzara a descifrar cual fuera la importancia de lo dicho.

Giró sobre sí misma, buscando el tono perdido, y con  el movimiento de rotación fueron surgiendo fachadas de edificios y bajo sus pies un empedrado de cantos rodados. Se distrajo observando cómo se dibujaba un balcón lleno de geranios y al tomar de nuevo conciencia había ante si una animada calle, estrechuca pero soleada.

Un enorme hombre tatuado hasta las cejas, lleno el cinturón de conejos en pellejo, arrastraba del brazo a una joven pálida que renqueaba, ante los ojos acostumbrados a la escena de los viandantes. Quiso intervenir, pero el gesto taimado del pintado la disuadió y, al final, se convención de que Remedios estaba encantada con el secuestro.

Se sentó en una terraza del final de la calle dispuesta a pedir una cerveza fría, muy fría, por favor, pero nadie salió a atenderla. 

lunes, noviembre 24, 2008

QUIERO SER MONTERROSO


He pensado en escribir que cuando despertó el dinosaurio, todavía estaba allí. Pero no sé nada de dinosaurios y no puedo justificar la presencia de tan inconsciente Ulises que en vez de aprovechar el letargo del monstruo para preparar la huída se queda a darle los buenos días. ¿Le habrá preparado también el desayuno? Y además, me sobran palabras por todas partes.

viernes, noviembre 21, 2008

TREINTANA


Treinta metros cuadrados. Treinta años y otros tantos de hipoteca. Treinta días sin cobrar. Treinta pipas en la cena. Treinta cigarros de postre. Treinta euros en cubatas. Treinta palabras. Treinta besos y un polvo. Contad cuántos me faltan para llegar a treinta y estaré cumplida.

jueves, noviembre 20, 2008

Mañana es mi cumpleaños. Treinta primaveras os contemplarán entonces sin veros. 
Felicitadme quienes me hayáis cogido algún aprecio.
Ignoradme los demás. 
Es para la estadística.

miércoles, noviembre 19, 2008

INSOMNIO

Admiro mucho a la gente que no duerme (una noche, al menos). 

Es curioso porque, según recuerdo, cuando empecé este blog (¡qué tiempos aquellos¡ ¡hace años ya!) pasé varias noches en blanco envuelta en fotografías y letras que se me rebelaban sin piedad. Luego me arrastraba por el día viendo a San Antoñito de Padua metiéndole mano al Niño Jesús y recibiendo collejas de Tayler Durden revestido de Brad Pitt.


Y aquí me tienen ahora, sin poder dormir, por obra y gracia de una mierda de bebida energética a la que no he sabido resistirme. Porque, verán, esta tarde, en la facultad, un par de jovencitas ataviadas con polos raperos entregaban a la entrada unas grandes latas de no sé que Burn, made in Coca-cola. Más que entregarla te la plantaban delante de la cara y, o la cogías o te estampabas contra ella primero y contra la puerta después. Una promoción, argumentaban, y todos como locos avituallándose como si fuera a acabarse el mundo. Ya se sabe que cuando algo es de gratis, aunque sea veneno, se acepta sin rechistar ¡faltaría más!


La lata en cuestión era, para más inri, de esas grandotas que abultan como dos de las standares. Y no se me ha ocurrido otra cosa a mí que abrirla y darle un buen lingotazo mientras distraída consultaba el correo antes de entrar de lleno al tajo. Un sabor dulzón primero y luego punzante en la lengua, desagradable a mí insípida incapacidad de sibarita. Pero, chico, el comer y el rascar todo es empezar y yo venga a empinar el codo hasta que advierto entre los ingredientes un “alto contenido en cafeína” y un “no es recomendable beber más de tres latas en un día”. Joder, me digo yo, que soy de un cafetero que ni Gometero ni Juan Valdés juntos me superan, qué forma más extraña de indicar una cantidad. Estos científicos de la Coca-cola, pienso, se debieron perder la clase de pesos y medidas. 


En un acto de sumo raciocinio me dirijo al baño para tirar por el lavabo el contenido antes de deshacerme de la lata y contemplo, al verter el líquido en cuestión, que es de color azul. Me cago en todo. Les pareceré snob, pero no me gusta beberme cosas de color azul. Maniática que es una. 


Y aquí me tienen ahora, sin poder dormir. Condicionada, sin duda, por las advertencias apocalípticas de una bebida energética. 


Y vuelve de nuevo a ser curioso porque mucha de la gente que conozco que puede pasarse una noche sin dormir, se sostiene a base de alcohol (Hm... ¿estaré pecando de inocente? Nada puedo decir de lo que no veo). Ese mismo producto que a mí me produce un soporcillo cálido que me hace sucumbir en brazos de mi amado Morfeo hasta el punto de no necesitar llegar a mi cama para echar una cabezadilla.


Ah... lo que daría ahora por una cerveza y qué no diera por un Jack Daniel’s.

viernes, noviembre 14, 2008

CONFUSIÓN y III



Insisto, insisto, estoy confusa.


A parte de lo incómodo que es mentir, para tener credibilidad, mis gustos personales no me causan ningún trastorno y los llevo aunque en secreto, con alegría. Lo que si me trae por por la calle de la amargura es que ni a Savater ni a Krahe, mis ídolos, yo les gustaría lo más mínimo si tuviera ocasión de ponerme frente a ellos. Eso sí que me jode, me frustra, me disgusta y me lleva a maltraer. Este es, pues, el quid de la cuestión.

Porque bien se les puede presuponer a ambos, hombres sensibles y de notables capacidades literarias, cierto atracción por la belleza femenina descrita desde el origen de los tiempos por los poetas y centrada exclusivamente en los rasgos físicos. Que si unos labios carnosos, que si unos ojos grandes, unas largas pestañas una nariz pequeña y afilada, un busto prominente, una cintura estrecha y unas caderas generosas. Atributos todos ellos de los que carezco. 

Yo, a lo sumo, sé contar chistes, principalmente porque suelo acordarme de ellos. Pero claro, eso no tienen ningún “sexapil”. 

Alguna vez he intentado adoptar alguna pose de esas que llaman sensual. Pero los resultados son tan irrisorios como los de los chistes. 


Dicen mis amistades que no me sé vender. Que me desaprovecho. Lo dicen, claro está, porque son mis amistades y no les gusta verme cabizbaja. Que si me tengo que poner camistitas ajustadas, que si falditas, que si el pelo no sé como, que si hay que maquillarse, que si tal que si cual. Y todo me parecen incomodidades. Las camisitas esas me sacan las lorzas a relucir, las faldas, me cago en tó ¿cómo hace una para sentarse con faldas? Y si me maquillo o me arreglo el pelo tengo que estar con mil ojos para no menearme demasiado y que se me salga un mechón o se me corra el rimmell. 


Soy consciente de que esto es un defecto mío. No veo que a ninguna mujer le cause trastorno alguno las capas de maquillaje con que se embadurna y tampoco parece preocuparles lo más mínimo el tiempo invertido. Tiempo que desde luego sus hómologos masculinos no tienen que emplear. ¿O sí?


Porque para rematar la pena, en el camino hacia la igualdad entre los sexos, en lugar de permitirnos a las mujeres, como a los hombres, lucir sin motivo de vergüenza los pelos de las piernas, resulta que se ha obligado a los hombres, en aras de la metrosexualidad, iniciarse en los placeres de las ceras. 


Así que doblemente jodida me encuentro. Porque fea y desarregalda debo enfrentarme a un montón de maromos maqueados hasta la punta de los pies. 

Vale, está bien. Me voy de rebajas (a esas alturas del año), pero que conste en acta: Lo hago a regañadientes.

jueves, noviembre 13, 2008

CONFUSIÓN II



Yo como les decía estoy un poco confusa porque, verán, siendo una mujer, y sin tener ninguna duda al respecto, me resulta incómodo. Y no me refiero, en absoluto, a los dolores de la regla, o a tener dificultades a la hora de mear de pie. Menudencias sin importancia. Me refiero a que tengo que llevar adosados una serie de cualidades que soy incapaz de cultivar. 


No voy a hacer un listado, demasiado largo, demasiado. 


Me centraré únicamente en los relativos al aspecto físico porque de toda la vida he tenido complejo de fea y gorda y bizca y torpe de gestos y es un tema, por tanto, que me obsesiona. Téngase pues en cuenta esto: que lo digo lo digo porque soy una acomplejada.


Como todo el mundo (supongo que, al menos, una inmensa mayoría) me siento atraída por las cosas hermosas y bellas. Y, como gran parte de ese mundo, soy perfectamente consciente de que la hermosura es un valor voluble, fruto cultural de cada tiempo debidamente condicionado por el gusto (o dis-gusto) de cada cual. Así que si tengo que decir que el Torso del Belvedere es bello, pues lo digo y si tengo que extasiarme ante una catedral, pues me extasio.

Pero, en realidad, lo que me gustaría decir es que me enseñes el ombligo, independientemente de como sea tu abdomen y donde mejor me encuentro es en una habitación sencilla, frente a una cerveza, sin vitrales adoctrinadores, ni incienso, ni oropeles. 

Si me dan a elegir entre Brad Pitt o Fernando Savater, me quedo con Don Fernando, aunque sea simplemente, porque no me va a hablar, de entrada, en inglés. Me pone, muchísimo más Javier Krahe que Clonney (y eso que Clonney también me pone, pero no canta, el condenado, con tanto desparpajo).

Así que tengo el gusto, con respecto a la media, algo trastocado, porque siempre que sale, en alguna conversación entre mujeres, quién nos parece guapo, tengo que mentir para ser creible. Les aseguro que nadie daría crédito a mi veneración por Savater o Krahe.


miércoles, noviembre 12, 2008

CONFUSIÓN I



A ver si me sale bien esta reflexión porque, la verdad, es que estoy un poco confusa y no es este el estado ideal para darle al cacumen.


Ando dando vueltas en torno a cuestiones que tienen que ver con el sexo, la hermosura y con Barak Obama. Todo hecho un batiburrillo.


Porque resulta que ahora que por fin hay un negro, perdón, afroamericano (en realidad es multado ¿tendrá esto importancia?) en el despacho Oval de la Casa Blanca y podemos alegrarnos y sentirnos aliviados y ver cumplido un sueño, parece que se nos ha olvidado que otra de las alternativas era poner a una mujer (blanca, digo caucásica, sí, pero mujer). 

Dejemos al margen aquello de la importancia de la personalidad, la figura o el icono, por encima de las ideas, en el mundo de la política. Eso es otro asunto de hondo calado del que habría que ocuparse en extenso en mejor lugar.

Centrémonos pues en el acontecimiento que ha fundado una nueva era “post-racial”, en la que por primera vez, al parecer (eso dicen los analistas), el color de la piel no importa. 

Se puede leer y oir por doquier que la lucha de Luther King, ha dado sus frutos, que aquellos que mejor jazz han hecho jamás (nada se dice del rap, porque quienes los dicen son un poco antiguos, supongo), que más velozmente han corrido y con más soltura han machado el aro, pueden ahora por fin hacer “algo tan serio” (?) como ser presidente de una gran Nación.


Yo me alegro enormemente y con gran inocencia. Vaya por delante. Y ahora, lo que me atormenta...


No quiero que me salga un discurso feminista, yo no quiero ser feminista, pero me pregunto, cuándo llegará la era “post-sexual” en la que igual que ahora no importa la raza (amén), no importara para nada el sexo (me refiero a ese que nos configura el cuerpo, no a aquella retahíla de fenómenos que nos lo eriza).


martes, noviembre 11, 2008

UNA DE AQUÉLLAS.

Él era un príncipe, apuesto. Ella, un poco pilingui. Los versos más hermosos les unieron para siempre. Empezaron amándose con nocturna periodicidad. Para cumplir con el hilo de la historia compraron un barco pirata a plazos. Discutieron por los pagos. Atracaron en las playas. Tuvieron hijos que descubrieron América. Dejaron de amarse. Nunca se lo dijeron. En la Isla del Tesoro, sus tumbas, parejas, lucen por epitafio los versos más hermosos.

Cada vez que dos, o más, van a rendir cuentas a sus muertos y, descuidados, pasan por allí, se enamoran sin remedio. Hay quienes empiezan a amarse tan súbitamente y con tanto ardor incombustible, como una zarza que clama en el desierto, que a punto ha estado el cura de hacer una prohibición, quiero decir, otra. Pero, gracias a Dios, él tampoco ha podido sustraerse al efecto arrebatador de los versos más hermosos. 

lunes, noviembre 10, 2008

COSAS QUE PUEDES HACER CON UN TELÉFONO MÓVIL SIN BATERÍA

Entre pipa y pipa Natalia exponía, con incuestionable convicción, los argumentos. Extralimitándose en sus funciones llegó incluso a trazar con precisión de cirujano capilar la trama de la historia. Dibujaba formas en el aire que Estrella contemplaba avergonzada bajo su gorra. Y, tanto quería aplicarse el cuento, como amordazar a la pécora y defenestrarla. Mientras se debatía entre la sumisión y el asesinato, padecía resignada los extraños requerimientos de sus intestinos rebeldes. Evita, sin poder evitarlo, bebía otra cerveza y fumaba otro cigarro. Permanecía escéptica, porque alguien tiene que gruñir en medio de tanta ilusionante locura. Julia reclamaba tranquilidad. Ya estaba bien de tanto presionar, de tanto empujar, sibilinas, a la prójima, de aturullarla y no dejarla pensar en paz. También hay una perra, y no es una metáfora, epicúrea, que acostumbrada al gallinero, profundiza en su ataraxia.

La respuesta al sms era tan extraordinariamente explícita que se abrió un arduo debate interpretativo. 

viernes, noviembre 07, 2008

Aquí los necios... conjurándonos.

Yo, que soy el centro del Universo, porque el Universo no es más que lo que yo concibo (un cúmulo caótico de memeces), soy incapaz de pensar. Los menos avezados sonreirán creyendo que exagero de nuevo. No se darán cuenta de que posiblemente tampoco ellos piensen.

Yo, lo único que tengo, son ciertas capacidades para pasarme la vida haciendo tareas repetitivas. 

Bien podría ponerme a separar uno a uno los granos de arena de una playa de Acapulco. No duden en que para mejor hacer mi trabajo acudiría a todo tipo de foros en que sesudos separadores-de-granos-de-arena debatirían eternamente sobre la metodología a aplicar y sobre la conveniencia de que esta siga una normativa internacional, etc., etc., etc.

Lo principal de todo aquello es que si me viera en tal brete presumiría entre mis amistades de estar disfrutando, al tiempo que trabajo, de las delicias de uno de los Destinos del Mundo, más solicitados. 

También podría, con igual eficacia, sexar pollos. Mis torpes inicios se tornarían, tras un par de meses, certera habilidad. Y así podría estarme las semanas de los años, tan feliz y contenta, intentando batir mi propio record de sexados por hora. 


Pero siempre llega un día, en que alguien interrumpe tu tranqulidad: 


- Hola, buenos días.

- Hola ¿qué tal?

- ¿Qué haces?

- Sexo pollos.

- ¿Para qué?

- ¿Cómo que para qué?

- ¿Tan rara es la pregunta?

- No, no... sexo pollos porque es lo que tengo que hacer.

- Pero mujer... recapacita dos segundos ¿cómo va a ser eso lo que tienes que hacer?

- Que sí, que sí, que me lo ha dicho el encargado.

- Y ¿para qué quiere el encargado que sexes pollos?

- Oiga... no sé si ha visto ud. el cartel de la entrada, pero aquí nos dedicamos a eso ¿sabe? a sexar pollos.

- Ya, ya... pero lo que yo pregunto es para qué se sexan los pollos.

- Mire... a mi no me moleste, que me está haciendo bajar el ritmo de trabajo...


Desde entonces, no vuelves a ser la misma persona. ¿Qué clase de monstruo perverso se dedica a sacarnos del limbo de idiocia en el que tan plácidamente vivimos?

Desde entonces sabes que no sabes, pero lo peor de todo es que también sabes que no quiere saber. Porque no te sientes capaz de asumir el esfuerzo ímprobo necesario.


Supongamos que te da por ahí. Por reunir arrestos suficientes para decidir empezar a pensar. Y pones los medios. Hablas con gente. Lees libros. Ves documentales. Haces todo por ilustrarte convenientemente.

Pero, ¡cojones!, sigues sin pensar... ahora lo único que haces es reproducir como un loro lo que otros han pensado. 


Y lo que es aún peor... como has invertido gran cantidad tiempo en cultivarte te ha entrado un estúpido prurrito que te impele, sin poder evitarlo, a increpar a todo el mundo, una vanidad vergonzante que te empuja, sin querer, al remiramiento.

Malo es esto per se, pero cuándo conviertes al Genio en objeto de tu ojeriza y en lugar de comprenderlo (porque no puedes, sigues sin ser capaz de pensar) te consagras a dinamitar sus asertos, es nefasto.


Como no lo entiendes y no lo puedes comprender... que le den por el culo.


Ya lo dijo Swift "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él".

jueves, noviembre 06, 2008

DESAPARICIÓN

Lo tengo decidido. Voy a desaparecer. Pero, no. No huiré a los Mares del Sur abandonando mi fortuna, el asfalto, y la lluvia pertinaz. No. Simplemente desapareceré. Puf, sin más.

Lo malo es que desaparecer de golpe es demasiado llamativo. Alguien podría preguntar por mí y asustarse al no encontrarme. Mi habitación vacía, el teléfono sonando sin respuesta. No. Se podría armar una algarabía incómoda para muchos. La policía buscándome, mis allegados llorándome. No, no, eso no. Demasiado melodramático para mi gusto.

Pienso desaparecer poco a poco, ante la mirada de todo el mundo, que contemplará mi disolución sin darse cuenta y sin posibilidad, por tanto, de intervención.

Por de pronto ya ando mermándome poco a poco. Mis pantalones empiezan a notar ciertas ausencias, un algo que falta, un algo que no los llena como antaño. Mis gafas se me deslizan por la nariz más de lo habitual y tampoco comprenden el motivo. Andan las camisas holgadas, volátiles, como prendas vaporosas cuando fueron ajustados corsés repletos de carnes rollizas no hace mucho.

Será un proceso muy lento. Lo sé. Tal vez tarde toda la vida. Pero no tengo prisa. Soy paciente. 

Al final lo lograré. Desapareceré sin que nadie se dé cuenta. 

Un día llegará, en que mis ancianos y diminutos restos, apenas perceptibles ya, se disiparán definitivamente y mi interlocutor dudará un momento ¿pero... no estaba yo hablando con alguien? Bah, imaginaciones mías. 

miércoles, noviembre 05, 2008

El sauce llorón...

Hoy (y hoy puede ser cualquier día, no crean que publico los post recién escritos) me he dado cuenta de que no puedo tratar ningún asunto con seriedad porque me pongo a llorar como una Magdalena.

Se ve que por eso procuro andar descojonada todo el día, porque la alternativa es un caudaloso cauce de lágrimas sin posibilidad de retención.

Conste que me jode, porque el llanto tiene muy mala prensa, y si es femenino, ni les cuento (ya lo dice el refranero: “En cojera de perro y lágrima de mujer, no has de creer”). 

Así que, como no puedo aguantármelo (por inverosímil que parezca) tengo que huir, cual héroe de las erinias, de todo lo serio que me rodea.

Ese es mi castigo, el pecado cometido lo desconozco, condenada a llorar ante los asuntos graves o a burlarse de ellos como si importaran un bledo. 

Pena horrenda, andar todo el día queriendo llorar y no hacerlo por vergüenza.

Conste también, que me gustaría poder llorar a raudales, aunque los hipos me impidieran balbucir con claridad mis argumentos, pero es obvio que con lágrimas en los ojos no hay forma de comunicarse con nadie. 

Así que, lo siento. 

martes, noviembre 04, 2008

Sentimiento inútil...

No es lo mismo un sentimiento inútil que sentirse inútil, que es lo que me viene pasando a mí en estos últimos días. Tal vez, todos los sentimientos sean inútiles, qué quieren que yo les diga, si el único que soy capaz de tener es el que me otorga pleno convencimiento de mi inutilidad. 

Y no es que alguien me haya escupido a la cara, como bien podría ser un “... quita daí inútil...”, sino que cosas que hasta ahora me eran sumamente fáciles de ejecutar, se me hacen cuesta arriba... como si nada de lo aprendido me sirviera. 

Y ahí me tienen, instalando los drivers de la impresora HP All-in-one, con el Time Capsule rulando y llenándome la habitación de ondas psicodélicas. ¿Si les digo que llevo dos días con ello, instalando y desintalando, bajando actualizaciones y tirándome de los pelos se lo creen? ¿Hay algo más fácil en el mundo mundial que instalar los drivers de una impresora, o poner a funcionar el Time Machine del más sencillo de los ordenadores, c’est à dire, un Mac Book?

Ahora que de un momento a otro, no se preocupen, les avisaré con tiempo, voy a cumplir treinta años, me siento más desvalida que nunca. Inevitablemente me acucia la duda... ¿pero qué cojones he estado yo haciendo hasta ahora, que soy totalmente incapaz de moverme con tino por el mundo?

lunes, noviembre 03, 2008

REMEDIOS DE LOS DOLORES

Cuando era pequeña mis padres me decían que tenían que haberme llamado Dolores ¡tan quejica era! Me pasaba el día lloriqueando, plañidera que se mesa los cabellos, arrastrándome por los pasillos con un me duele aquí, tengo pupa acullá. 

Ahora que ya ando talluda, sigo siendo, como ven, víctima de mí, y de nuevo, por arte del subconsciente ajeno, vuelvo a recibir tan lolaico nombre. 

Porque, verán, llevada por un prurito de vanidad incomprensible, voy susurrando por doquier que tengo un blog (albergo la esperanza, inocente, de ser leída -y admirada, o criticada con didáctica benevolencia-). Así, dejo caer mi velado seudónimo a las primeras de cambio ¡ni una copa mediante hace falta para soltarme la lengua!. 

Pero, resulta que, no sólo ninguno de mis confidentes ha ido jamás, tras mi confesión, a teclearme en la Red, sino que, para más inri, les da por trastocarme el apelativo y andan pensando unos que me llamo Remedios de los Dolores y otros que Dolores Barto. 

Lo peor de todo es que ambos bautizos me resultan mucho más lucidos que aquél con el que me intitulé hace ya ¡años!. 

Si es que ni a ponerme nombre acierto.