miércoles, enero 21, 2009

EL REFUGIO DE LOS HÉROES


El ser humano tiene una asombrosa capacidad de narrar. Se ha pasado toda su existencia contando historias. Podemos imaginar al hombre de las cavernas al amor de la lumbre asustando a sus hijos con terribles seres amenazantes o reconfortándoles con la seguridad de que la Madre Naturaleza siempre reverdece.
Curiosamente, en lo más profundo de la cueva, allí donde nadie podía entrar había un chamán pintarrajeando las paredes ¡vaya ud. a saber por qué!

El arte secuencial del cómic aúna en sus cualidades la capacidad narrativa de la literatura y la expresividad del dibujo y la pintura. ¡Una bicoca! pensarán. Pero no, no, porque tanto los amantes de la literatura como los de la pintura, incluso aquellos seres extraordinarios que idolatran ambos medios, suelen ignorar el mundo del cómic.

¿Por qué?

Evidentemente por los “humildes” orígenes del noveno arte. La literatura surgió para narrar las odiseas de Ulises y la pintura para propiciar la comunión con los dioses. El “comic” vino al mundo sólo para entreter, en tiempos en que ya no se creía en dioses y se vio que los héroes eran unos hijos de puta.

Podríamos suponer que el cómic fue una “vulgarización” de las grandes artes. La única forma de acercar a la masa las cualidades de Shakespeare y Velázquez unidos. Pero no nos engañemos ¿A quién le interesa educar y mucho menos a través del arte? Bien sabemos que no se nos pueden echar margaritas a los cerdos.

Así pues el asunto se vuelve rocambolesco. Resulta que la masa informe e ignorante se apropió de un nuevo arte que condensaba los demás (con permiso de la ópera ?). Mientras sesudos tertulianos hablaban de Balzac e importantes galeristas se pegaban por un Picasso, nosotros, los anodinos consumidores, divertidos, en el bar, mirábamos la comedia humana cubista y descompuesta y la comprendíamos a nuestro modo.

Nos hemos quedado con el cómic. Y el comic se ha quedado con los deshechos del Arte. Con la figuración y la narración clásica. Y el protagonista: El héroe en el que ya nadie cree.

Y desde ahí, hasta ahora, más de medio siglo después, en que nos reímos del comic, desde el comic.

No nos engañemos. A Picasso hay que ir a verlo a un museo. Al capitan América nos le podemos llevar al baño. Es la historia de siempre. Ricos y famosos con exquisita sensibilidad para el Arte, con mayúsculas. Y luego los demás, que con un poco de suerte y ahorro podemos comprarnos el último Mortadelo y Filemón...

Lo inquietante no es la diferencia... sino ¿qué pinta París Hilton en todo esto?