jueves, septiembre 20, 2007

Pepito


Y de nuevo… dando vueltas sobre el mismo tema. Y me jode, porque me pongo muy pesadita y desprecio a los pesados. Me abomino pues.
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El hijo puta de Pepito es un grillo negro como un coño negro y peludo, como un chocho peludo. El hijo de la gran puta es un pesado: nunca se da por eludido. El hijodeputa de Pepito es de la especie cojonera y me tiene mártir.
Pepito me dice que no existe, sino que es parte de mí, y su voz, con mi propio timbre me taladra las falordias, justo dónde la hipófisis pierde su nombre, para pasar a llamarse glándula pituitaria, allá en el occipucio o dónde quiera que more tan esponjoso miembro (de una sociedad a la que no quiere pertenecer).
Pepito no sólo trata de temas morales, como se pudiera creer. Es más, en ese tipo de cuestiones se llama a andanas. No, que va, a él lo que le mola es ensalzar al prójimo y denigrar a la menda lerenda. Veo que Pepito es negro verduzco, con irisaciones de glauco fosforito.
Me gustaría poder presumir de que todo lo humano me es ajeno, sobre todo esos vicios nefandos que llevan al fratricidio, o a acostarse con el marido de la peluquera (que de niño soñaba canciones de moros). Pero nada más lejos de la Verdad, que más que hacernos libres nos precipita al vacío ¡ Ojalá se limitara a envasarnos al idem!