No es lo mismo un sentimiento inútil que sentirse inútil, que es lo que me viene pasando a mí en estos últimos días. Tal vez, todos los sentimientos sean inútiles, qué quieren que yo les diga, si el único que soy capaz de tener es el que me otorga pleno convencimiento de mi inutilidad.
Y no es que alguien me haya escupido a la cara, como bien podría ser un “... quita daí inútil...”, sino que cosas que hasta ahora me eran sumamente fáciles de ejecutar, se me hacen cuesta arriba... como si nada de lo aprendido me sirviera.
Y ahí me tienen, instalando los drivers de la impresora HP All-in-one, con el Time Capsule rulando y llenándome la habitación de ondas psicodélicas. ¿Si les digo que llevo dos días con ello, instalando y desintalando, bajando actualizaciones y tirándome de los pelos se lo creen? ¿Hay algo más fácil en el mundo mundial que instalar los drivers de una impresora, o poner a funcionar el Time Machine del más sencillo de los ordenadores, c’est à dire, un Mac Book?
Ahora que de un momento a otro, no se preocupen, les avisaré con tiempo, voy a cumplir treinta años, me siento más desvalida que nunca. Inevitablemente me acucia la duda... ¿pero qué cojones he estado yo haciendo hasta ahora, que soy totalmente incapaz de moverme con tino por el mundo?