martes, agosto 26, 2008

Desmemorias

Al principio creí que sólo tenía alguna laguna en la memoria. Era bastante el tormento, aún así: no saber dónde se estuvo ni qué se hizo durante extraños lapsos de tiempo. Pero llegué a asumirlo como normal, fruto inevitable de las ingestas alcohólicas. Se bebe para olvidar y en lugar de eso, de erradicar la angustia, permanece ésta para añadirse a la que producen los blancones de la noche oscura. Bueno. Vale. No es el remedio. Pero aquí a mis colegas les hace hasta gracia... ¿cómo es posible? se preguntan divertidos.  

Pero ahora, entre los vacíos del recuerdo se mezclan imágenes oníricas a las que no sé si debo dar crédito o no. ¿Lo soñé o pasó? Y como tengo la mala costumbre de disolverme en la soledad, de separarme del grupo para aislarme brevemente y resurgir más tarde como si nada hubiera pasado, no tengo testigos que me lo corroboren. 

¿Me cogieron de la mano y yo no dije nada? ¿Me recriminaron la conversación cuándo locuaz de nuevo recuperé el habla? Por qué si nada pasó tengo la conciencia cargada de extraños vapores que arañan, que escuecen. 


Tíos, qué bueno...

Qué no, qué no. Definitivamente no me gustan los tíos buenos. Esos tórax depilados. Esos brazos perfilados con cincel. Las sonrisas brillantemente burlonas. Brad Pitt estropea todas las películas en las que aparece. ¡Jesucristo! ¿quién se cree a ese Aquiles llorando? Cómo se puede llorar tan mal. Por Dios. Se salva Héctor, porque su mirada estrábica se pierde irremisiblemente, y evoca pensamientos oscuros, lejanos, inalcanzables (soy incorpórea, soy intangible, no puedo amarte, etc.).

¿De dónde diantres sale tanto cuerpo danone? Dónde encontrarle el encanto al mármol idealizado, al bronce seco de los efebos griegos. 

Ven tú, desarrapado, que en tu mirada parece asomar la chispa de la inteligencia, aunque sea fugaz, como fugaz lo es todo, hasta el pensamiento acertado y lúcido. Tú que tienes algo que te distingue, eso que es de verdad, que no se lo ha imaginado el artista para sacarlo del bloque pétreo de Carrara. 




P.S. Como bien pueden imaginar yo tampoco les molo nada, ni un pelo, a los tíos buenos ¿estaré despechada?