martes, febrero 13, 2007

¡Qué fastidio!

Me fastidia tener la psicología tan trastornada, tan poco adecuada para nada (¿o es para todo?). Porque (suponiendo que se puedan empezar las frases así) me dificulta la vida. Y me temo que se la hace más difícil a los demás.
Ahora que, después de verles el cogote durante semanas a un montón de bachilleres talludos, voy, ¡por fin? a enfrentarme a ellos, me entran los escrúpulos y el cargo de conciencia. Es normal: Voy a cometer todas las tropelías contra las que siempre he despotricado con encono.
Y me jode... ¡qué fastidio!
A esto se le pueden añadir unos toques de miles de menudencias más que magnifico para que todo el mundo me sonría y divertido me diga aquello de ¡qué exagerada eres! Prefiero que se rían sí, pero no deja de fastidiarme, también, cómo eluden así mis increpaciones. Oyes... que te estoy insultando, y ni se enterán. Y todo por exagerar un poquillo ¡Qué fastidio!
El caso es que estoy de un iracundo... que me parece que voy a partir la boca al primero que me la ponga a huevo.