sábado, abril 10, 2010
El martes 6 de marzo de 2010 a eso de las seis de la tarde, más o menos. Aspiré mi último pitillo. Eso dije, eso grité a los cuatro vientos, invocando a los dioses esquivos por haberme concedido la idiotez más que suficiente para empezar a fumar. Hoy, sábado 10 de marzo de 2010 a esto de las doce del mediodía sigo gritándoles a los dioses... esta vez suplicándoles un cilindrín fotero. Pero los cabrones ¡no fuman!
Si en el transcurso de mis comuniones con las más variopintas divinidades ladro a algún mortal: Pido disculpas. Piedad para esta energúmena. Porque si para empezar a fumar hay que ser idiota, para dejarlo hay que ser intolerante, pedante, recalcitrante, soberbia, vanidosa, y otro montón más de pecados capitales (entre los que ¡hay que joderse! falta justo la lujuria).
Si en el transcurso de mis comuniones con las más variopintas divinidades ladro a algún mortal: Pido disculpas. Piedad para esta energúmena. Porque si para empezar a fumar hay que ser idiota, para dejarlo hay que ser intolerante, pedante, recalcitrante, soberbia, vanidosa, y otro montón más de pecados capitales (entre los que ¡hay que joderse! falta justo la lujuria).
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