Yo, que soy el centro del Universo, porque el Universo no es más que lo que yo concibo (un cúmulo caótico de memeces), soy incapaz de pensar. Los menos avezados sonreirán creyendo que exagero de nuevo. No se darán cuenta de que posiblemente tampoco ellos piensen.
Yo, lo único que tengo, son ciertas capacidades para pasarme la vida haciendo tareas repetitivas.
Bien podría ponerme a separar uno a uno los granos de arena de una playa de Acapulco. No duden en que para mejor hacer mi trabajo acudiría a todo tipo de foros en que sesudos separadores-de-granos-de-arena debatirían eternamente sobre la metodología a aplicar y sobre la conveniencia de que esta siga una normativa internacional, etc., etc., etc.
Lo principal de todo aquello es que si me viera en tal brete presumiría entre mis amistades de estar disfrutando, al tiempo que trabajo, de las delicias de uno de los Destinos del Mundo, más solicitados.
También podría, con igual eficacia, sexar pollos. Mis torpes inicios se tornarían, tras un par de meses, certera habilidad. Y así podría estarme las semanas de los años, tan feliz y contenta, intentando batir mi propio record de sexados por hora.
Pero siempre llega un día, en que alguien interrumpe tu tranqulidad:
- Hola, buenos días.
- Hola ¿qué tal?
- ¿Qué haces?
- Sexo pollos.
- ¿Para qué?
- ¿Cómo que para qué?
- ¿Tan rara es la pregunta?
- No, no... sexo pollos porque es lo que tengo que hacer.
- Pero mujer... recapacita dos segundos ¿cómo va a ser eso lo que tienes que hacer?
- Que sí, que sí, que me lo ha dicho el encargado.
- Y ¿para qué quiere el encargado que sexes pollos?
- Oiga... no sé si ha visto ud. el cartel de la entrada, pero aquí nos dedicamos a eso ¿sabe? a sexar pollos.
- Ya, ya... pero lo que yo pregunto es para qué se sexan los pollos.
- Mire... a mi no me moleste, que me está haciendo bajar el ritmo de trabajo...
Desde entonces, no vuelves a ser la misma persona. ¿Qué clase de monstruo perverso se dedica a sacarnos del limbo de idiocia en el que tan plácidamente vivimos?
Desde entonces sabes que no sabes, pero lo peor de todo es que también sabes que no quiere saber. Porque no te sientes capaz de asumir el esfuerzo ímprobo necesario.
Supongamos que te da por ahí. Por reunir arrestos suficientes para decidir empezar a pensar. Y pones los medios. Hablas con gente. Lees libros. Ves documentales. Haces todo por ilustrarte convenientemente.
Pero, ¡cojones!, sigues sin pensar... ahora lo único que haces es reproducir como un loro lo que otros han pensado.
Y lo que es aún peor... como has invertido gran cantidad tiempo en cultivarte te ha entrado un estúpido prurrito que te impele, sin poder evitarlo, a increpar a todo el mundo, una vanidad vergonzante que te empuja, sin querer, al remiramiento.
Malo es esto per se, pero cuándo conviertes al Genio en objeto de tu ojeriza y en lugar de comprenderlo (porque no puedes, sigues sin ser capaz de pensar) te consagras a dinamitar sus asertos, es nefasto.
Como no lo entiendes y no lo puedes comprender... que le den por el culo.
Ya lo dijo Swift "Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él".
1 comentario:
AMPARO BARTING! por supuesto que tiene usted permiso para enlazar lo que usted quiera.
Muchos saludos! El lunes arrancamos!!
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