miércoles, octubre 31, 2007
Dicen que intentaba juntar las letras, y que a veces le salían palabras. Los más avispados aseguraban que sufría un trastorno en su desarrollo y que no lograría ¡jamás! formar una frase. Hubo quién recordó a los sesudos lo del 31 de octubre del 2003, pero en seguida atajarón su defensa citando la sentencia del Tribunal Supremo que certificó lo casual del acontecimiento. Ella, mientras tanto, ajena a los gritos, seguía jugando con los cubos, de seis caras cada uno, con una letra por flanco. Un anciano, que pasaba por allí, inadvertido, la felicitó por lo bonico de la construcción.
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