miércoles, octubre 08, 2008

Estimados conciudadanos:


Habrán visto que he abierto acá en la columna izquierda de este blog un listado en el que hago una breve descripción de cada una de las etiquetas con que se ordenan los post. Ya ven, me ha dado por ordenar el asunto. Será que no tengo otra cosa qué hacer, o que en el fondo el Orden, me es apreciado y querido, por mucho que me parezca una quimera, un imposible, vana ilusión.

Sé que a más de uno se le desplegará la sonrisilla al verme intentando aplicar concierto al caos. Pues sepa quién así reaccione que es que yo por una sonrisa doy mundos y si para obtener tal recompensa he de ordenar, pues ordeno. Ordeno y mando. 

Y como una cosa lleva a la otra me ha dado, también, por abrir un nuevo proceso de etiquetado bajo el que agrupar sesudas reflexiones sobre Historia e Historia del Arte. Anda jaleo, ahora les da por carcajearse a mandíbula batiente. Ah, no se lo reprocho, no me caracterizo por lo avezado de mi neurona e imaginarme cual pensador rodiniano, en periclitada postura, debe de ser irisorio. Je, je... hasta a mí se me está desternillando la ternilla. 

Qué quieren que yo le haga si sigo siendo una inocente que piensa que hacer cosas es bueno sólo por hacerlas. Dirán que me meto en camisas de once varas al tratar asuntos de tan amplio calado. Porque, además, como bien pueden intuir, no pienso aplicar nada de seriedad y el rigor, aunque haré lo posible porque no sea así, será más bien escaso. 

Me consuelo pensando que es sólo un experimento, de insondables pretensiones. Como todo. Un nuevo intento por obtener interlocutores con quienes discutir. Me viene dando una pereza bárbara oponerme a la opinión ajena, y he de evitar la vagancia. 

Alea jacta est, pues.

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