martes, septiembre 30, 2008

DÍA TERCERO


“Toda la tarde encerrada en la Biblioteca de la Maison Europeenne de la Photographie, desde las dos hasta las siete (es lo que tiene el horario de comida francés). Fascinada por el catálogo (publicaciones sobre fotografía desde los años treinta). Tuve que hacer grandes esfuerzos para no apuntarme todos los títulos. Allí aparecían las grandes obras de la historia de la fotografía que fueron pioneras en sus primeras ediciones, en su lengua original. Aquellas obras siempre referenciadas en todas las bibliografías y que yo nunca había tenido entre mis manos (al menos la edición primera). 

A pesar de mis dificultades con el inglés y el francés (o tal vez precisamente porque ello me obliga a aplicar gran cantidad de imaginación) me han vuelto a surgir mis paralizantes escrúpulos historiográficos. Esos que me empujan a entretenerme en disquisiciones desquiciantes sin más beneficio que el consumo desaforado de tiempo preciado. 

Esas interminables enumeraciones de “los grandes nombres” y de las extraordinarias cualidades de sus trabajos fotográficos, que han de reverenciarse sin cuestión ni duda ninguna. 

Postración inquebrantable ante los dioses cuyos pies, si son de barro, no son frágiles y quebradizos al contacto con el martillo, sino plásticos y maleables, adaptables (be water, my friend) al paso de siglo y pico.

Tus ojos son indignos de posarse si quiera en la más pobre reproducción de la más insustancial de sus obras. Nada entiende tu cerebro vacío.”

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