martes, agosto 26, 2008

Tíos, qué bueno...

Qué no, qué no. Definitivamente no me gustan los tíos buenos. Esos tórax depilados. Esos brazos perfilados con cincel. Las sonrisas brillantemente burlonas. Brad Pitt estropea todas las películas en las que aparece. ¡Jesucristo! ¿quién se cree a ese Aquiles llorando? Cómo se puede llorar tan mal. Por Dios. Se salva Héctor, porque su mirada estrábica se pierde irremisiblemente, y evoca pensamientos oscuros, lejanos, inalcanzables (soy incorpórea, soy intangible, no puedo amarte, etc.).

¿De dónde diantres sale tanto cuerpo danone? Dónde encontrarle el encanto al mármol idealizado, al bronce seco de los efebos griegos. 

Ven tú, desarrapado, que en tu mirada parece asomar la chispa de la inteligencia, aunque sea fugaz, como fugaz lo es todo, hasta el pensamiento acertado y lúcido. Tú que tienes algo que te distingue, eso que es de verdad, que no se lo ha imaginado el artista para sacarlo del bloque pétreo de Carrara. 




P.S. Como bien pueden imaginar yo tampoco les molo nada, ni un pelo, a los tíos buenos ¿estaré despechada?

2 comentarios:

Pedro dijo...

¡Qué bueno es que sientas eso, Reme!

Suele pasar que las personas feas aman a las hermosas y huyen de las feas.

Tú de entrada ya te vas a ahorrar un montón de tiempo.

Remedios de los Dolores dijo...

Malo es que le crean a una fea, pero se asume con resignación. Peor es que te lo digan, mas no se puede negar la evidencia. Que vengan y te lo escriban en el blog eso... ¡clama al cielo!
Me gustaría poder exigirle una satisfacción ¡que se retracte! Pero la verdad es que no quiero una foto suya para nada.
Ójala le den un lametazo en la nariz, le guste... y no vuelvan a hacérselo nunca más.