jueves, agosto 28, 2008

TABERNAE

Hay aquí, como en otros tantos lugares, cantidades ingentes de bares, tabernas, pubs y sitios varios donde hundir las miserias en alcohol y en la mejor compañía. Cuando vine para estudiar, y de eso hace ya bastante tiempo, unos once años, no me interesaban en absoluto aquellos antros de perversión en los que olvidarse de las responsabilidades. 

En lugar de menear el esqueleto y olisquear el esternón de los comprades procuraba yo mejorarme con el estudio y el contacto con seres elevados. Y esto hasta en verano, en que me apuntaba a variados cursos estivales, algunos de los cuales me permitían entablar fructíferas relaciones con gentes de allende los Pirineos. 

Consideraba yo a los gabachos, y creía que con fundamentadas razones, más listos que nadie. Habían hecho miles de revoluciones y gozaban de un bienestar social envidiable. Con ellos departía amigablemente buscando aquél atisbo de progreso que tanto necesitaba. 

Claro que, los franchutes en cuestión, venían aquí de misiones. A pasárselo bien comiendo tortilla de patata y bailando flamenco (¿flamenco aquí en el borde de la meseta?). Venían en busca de la España negra de pandereta y aunque nada quedaba ya de aquello, lo encontraban. ¿Será posible? 

No supe yo de la existencia de aquella taberna castiza hasta que no me llevaron los progresistas aquellos. Está escondida en una esquina oscura y nadie, en principio, se atrevería a atravesar su umbral. Es un milagro de la conservación que ha resistido el embate de los tiempos. Allí se reúnen tipos variopintos a beber, tocar la guitarra y cantar melodías hermosas, rescatadas de las gargantas de Machín. 

La taberna en cuestión muere ahora de éxito. Repleta hasta la bandera es imposible ya acercarse a disfrutarla. Su principal virtud es, sin duda, su capacidad evocadora. En la era de las discotecas Pachá, era un reducto de calma chicha. En los tiempos de Second Life, un espacio tangible. Más que cualquier catedral o cualquier clase de historia, es el pasado vivido en el presente.

Y yo supe de su existencia por los franceses, que vienen aquí, todavía (y ved si ha llovido desde Gautier), a buscarnos el exotismo que ya no tenemos (¡qué nunca tuvimos, joder!). ¡Serán cabrones! (¿Haremos nosotros lo mismo cuando viajamos a Cuba, por ejemplo?)


Y es que la nostalgia es una cosa mucho mala, porque es fuerte e irrefrenable ¿Qué podemos hacer para no rememorar continuamente el pasado idealizado? Nos pervierte la visión del mundo y exalta a la Bruja Avería, los dictados y las botas catiuscas, en detrimento de los mensajes de móvil sin vocales y las horas consumidas en la Play Station.

 

Ahora, once años después, me arrastro por las noches de garito en garito y tiro porque me toca. Mis huesos y carnes tolendas se depositan con cronométrica precisión en cada uno de los sitios conocidos, sin ansias ninguna de abrirse a “nuevas experiencias”. Que son las once, una cerveza aquí. Que las doce, un copazo allá. Que la una, un baile acullá.  Con sorpresa vengo percibiendo pequeños cambios en mi cotidianidad, introducidos como quién no quiere la cosa, pero que a mí me laceran como una ofensa escupida entre ceja y ceja. ¿A qué viene forrar nuestros tradicionales contoneos de las dos y cuarto con esta mierda de publicidad de Bacardi? Oh, sí, seguro que molan un mazo todas esas pantallas en las que se repite la misma puta escena todo el rato, como si el pobre Sísifo estuviera condenado a darle al play toda la vida. Sí, sí, y que “tecnifiquen” todas las canciones bombardeándolas con chundaschundas es genial.

Vamos a ver si en aquel sitio en que nos ponen la música de las verbenas se nos pasa la taquicardia. Y, oh sorpresa, al encontrar en aquel lugar a las mismas personas que estaban en el otro, estropeando, a mis ojos ebrios, el ambiente. Ambiente.

Me casaría en Soria. Pero, quiá, si en realidad lo que me jode es no haber sabido evolucionar y no lograr encontrarle el encanto al Second Life. Igualica, igualica que su padre, oiga, que de cada cinco veces que tiene que responder al móvil acierta una y de casualidad.

miércoles, agosto 27, 2008

Con V de Vendetta

Este post está dedicado a uno que, sin faltar a la verdad, me ha llamado fea. 
A mi lista de atributos puede añadir el de mepicocomounamona.




Acá el llamado "Hipopótamo bailarín" o "Hipopótamo Tra Tra", en ningún caso denominado obsceno.


Y ya puestos a homenajear al personal...





¡Joder lo que me estoy riendo!


martes, agosto 26, 2008

Desmemorias

Al principio creí que sólo tenía alguna laguna en la memoria. Era bastante el tormento, aún así: no saber dónde se estuvo ni qué se hizo durante extraños lapsos de tiempo. Pero llegué a asumirlo como normal, fruto inevitable de las ingestas alcohólicas. Se bebe para olvidar y en lugar de eso, de erradicar la angustia, permanece ésta para añadirse a la que producen los blancones de la noche oscura. Bueno. Vale. No es el remedio. Pero aquí a mis colegas les hace hasta gracia... ¿cómo es posible? se preguntan divertidos.  

Pero ahora, entre los vacíos del recuerdo se mezclan imágenes oníricas a las que no sé si debo dar crédito o no. ¿Lo soñé o pasó? Y como tengo la mala costumbre de disolverme en la soledad, de separarme del grupo para aislarme brevemente y resurgir más tarde como si nada hubiera pasado, no tengo testigos que me lo corroboren. 

¿Me cogieron de la mano y yo no dije nada? ¿Me recriminaron la conversación cuándo locuaz de nuevo recuperé el habla? Por qué si nada pasó tengo la conciencia cargada de extraños vapores que arañan, que escuecen. 


Tíos, qué bueno...

Qué no, qué no. Definitivamente no me gustan los tíos buenos. Esos tórax depilados. Esos brazos perfilados con cincel. Las sonrisas brillantemente burlonas. Brad Pitt estropea todas las películas en las que aparece. ¡Jesucristo! ¿quién se cree a ese Aquiles llorando? Cómo se puede llorar tan mal. Por Dios. Se salva Héctor, porque su mirada estrábica se pierde irremisiblemente, y evoca pensamientos oscuros, lejanos, inalcanzables (soy incorpórea, soy intangible, no puedo amarte, etc.).

¿De dónde diantres sale tanto cuerpo danone? Dónde encontrarle el encanto al mármol idealizado, al bronce seco de los efebos griegos. 

Ven tú, desarrapado, que en tu mirada parece asomar la chispa de la inteligencia, aunque sea fugaz, como fugaz lo es todo, hasta el pensamiento acertado y lúcido. Tú que tienes algo que te distingue, eso que es de verdad, que no se lo ha imaginado el artista para sacarlo del bloque pétreo de Carrara. 




P.S. Como bien pueden imaginar yo tampoco les molo nada, ni un pelo, a los tíos buenos ¿estaré despechada?

miércoles, agosto 13, 2008

MADRID Y AGOSTO

Si a cualquiera de uds. (ya sé que no son muchos, y que la mayoría son conocidos, pero bien saben que me pierden las retóricas hueras) les ofrecieran ir en Agosto a Madrid no dudarían en negarse rotundamente: Vamos por Dios. Todo el mundo (que puede) se va de la capital en tales fechas ¡por algo será! 

Imagino que las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Blanca Paloma, allí en eso que llaman el Distrito Centro y que es a saber lo más castizo del casticismo (las delicias de Unamuno), no sería suficiente aliciente para uds. los sabios que se agostan en la costa. 

Pero resulta que a algunas, a nosotras mismas, por ejemplo, Lavapiés nos fascina. Desde que supimos que era algo más que una calle del Monopoli y mucho mas que una constante televisiva no vacilamos ni un instante en acudir a mirar al sol allí dónde el sol tanto aprieta. Que hasta a las ocho de la tarde eleva la temperatura a cuarenta y subiendo. 

Sudando, picadas por miles de mosquitos, avergonzadas de nuestra escasa capacidad de  remar, tiradas en el sofá suplicando al ventilador que por favor se acelere, incapaces de hacer funcionar un tocadiscos (qué pronto se nos olvidan los aprendizajes de la infancia), recordando viejos tiempos y augurándonos un futuro lleno de gatos, hemos consumido un fin de semana en la capital del reino.

Y será la ignorancia, o el pelo de la dehesa, pero los madriles son flipantes. Todo fascinante. Desde le hippi de verbenas que te pide tabaco y no hace más que eso, el cabrón, pedirte tabaco, hasta el rastas insensato que apaga el suyo en nuestro catxi (mini lo llaman allá). Desde el tipo ese de Cuenca que cosecha en Lerma y al que no se encuentra nada más que decir, por mucho que se piensa y se repiensa, y se vuelve a pensar. Hasta aquellos otros que llevan una camiseta de Criticar X Criticar y que si fueran en busca de Bisbal pues ni tan mal, pero yendo a por tecno..., la cosa cambia. 

Y así, con los ojos como platos, fotografiándonos en todos los escenarios posibles, con la regla jodiendo la marrana, hemos estado haciendo la nada como el más elevado logro. 

Me ha dado por llegar a la brillante conclusión de que la culpa no es de Madrid. Ni del calor. Ni del barquero que no da instrucciones. Ni de la inflación. Ni del mercantilismo. Ni del terrorismo de Estado en Colombia. 

Lo siento, chicas, no sé por qué, pero la culpa es nuestra. 

Che, boludo, no sos vos... etc.


JACK DANIEL'S

Abrí la puerta. Frente a mí un hombre, enorme, de piel tostada, en traje negro, con los dientes de la sonrisa blancos y blanca la corbata.
- Este es mi amigo de Tennessee, Jack Daniel's - me dijo Ana, colgada de su brazo.
Me quedé paralizada admirando aquella construcción inverosímil ¡quién podía haber traído al mundo a una criatura tan perfecta? Caí al suelo de rodillas y casi con lágrimas en los ojos logré balbucir algo así como “encantada” o “encandilada” o “en todo lo lo que quieras, hijomíodemivida”.
Él soltó una risotada que me retumbó en las costillas, dejando ver su lengua rosa, mullida. Hizo ademán de rescatarme de mi indigna posición cuando ya trepaba yo por sus solapas buscando ansiosa mejillas con las que cumplir el ritual. Era todo un caballero, sin duda, pues las ofrecía dadivoso, aunque sin dejar de reirse.
- Pase, pase, señor Daniel's - añadí a continuación con la libido enrojeciéndome el rostro.
- Ah, pero no, por favor, tutéame y llámame Jack.
Tenía la voz grave de los cantantes de Soul y un leve acento extranjerizante que invitaba a ofrecerse con logopédica disposición.
- Lo probarás ¿no? - añadió Ana.
Aún guardaba en mi paladar el gusto dulzón y empalagoso de la tarde con Etxeko. Aquél navarro pelirrojo, con las endrinas tan bien puestas, que acostumbra a ahogarme las penas. El nuevo manjar se me antojaba demasiado elevado para mis rústicas costumbres. Así que dudé.
Y mientras dudaba y dudaba, me ofrecí a quitarle la chaqueta, que hace calor. Y a aflojarle la corbata, que estamos entre amigos. Y ¿por qué no? a deshacer, definitivamente el nudo y desabrochar los primeros botones de la camisa comprobando que el bronceado es homogéneo. No dudes en remangarte si estás más cómodo y si quieres puedes seguir con los botones...
Recuerdo que sonaba música de los años ochenta. Grandes clásicos que soy incapaz de identificar ¿Dónde diantres estaba yo en tan señaladas fechas? Hay que joderse, que le pongan a una un Jack Daniel's a ritmo de The Doors y sólo pueda acordarse de la gilipollas de la Susanita y del imbécil de su ratón.