viernes, febrero 23, 2007

Divinidad real

“Caga el rey, caga el papa / del cagar nadie se escapa”
(Pintada en la puerta del baño
-era el de chicos, y yo tenía cierta urgencia ineludible-)


Al final, aunque lo haga sobre algodones y oros, aunque pueda mitigar el hedor con perfumes orientales, el rey, como el último de sus vasallos, caga. Y aunque tal cosa sea lo más natural del mundo resulta… humano, demasiado humano: tanto, que llegamos a suponer que Dios (hecho a nuestra imagen y semejanza, pero Dios) no caga. Ni mea. Ni tiene mocos, aunque tenga nariz.
Así pues, la única forma de concebir a su majestad como divina es por medio de las más divinas representaciones. Que venga el pintor de Corte, el escultor de turno, que mi efigie campee convenientemente adecuada por doquier. Y que mi carne sea divisada sólo en el lecho, por las más discretas.
Nada más alejado de la realidad que el Arte: perverso, siempre al servicio del poder, presto a crea imágenes para los fieles. Ah… pero… ¿cuántos son, majestad, los que alcanzan a ver vuestra divina efigie en pintura? Pocos, muy pocos, los demás no importan.
Y llegó la masa, a la que, al parecer, no le gustaban los pasteles… pero eso, es otro cantar.

martes, febrero 13, 2007

¡Qué fastidio!

Me fastidia tener la psicología tan trastornada, tan poco adecuada para nada (¿o es para todo?). Porque (suponiendo que se puedan empezar las frases así) me dificulta la vida. Y me temo que se la hace más difícil a los demás.
Ahora que, después de verles el cogote durante semanas a un montón de bachilleres talludos, voy, ¡por fin? a enfrentarme a ellos, me entran los escrúpulos y el cargo de conciencia. Es normal: Voy a cometer todas las tropelías contra las que siempre he despotricado con encono.
Y me jode... ¡qué fastidio!
A esto se le pueden añadir unos toques de miles de menudencias más que magnifico para que todo el mundo me sonría y divertido me diga aquello de ¡qué exagerada eres! Prefiero que se rían sí, pero no deja de fastidiarme, también, cómo eluden así mis increpaciones. Oyes... que te estoy insultando, y ni se enterán. Y todo por exagerar un poquillo ¡Qué fastidio!
El caso es que estoy de un iracundo... que me parece que voy a partir la boca al primero que me la ponga a huevo.