Me asombra tanto mi cerril persistencia para las cosas innecesarias como la volubilidad de carácter que se me escapa por doquier en los momentos importantes. Y así, me presto a este derroche de medios mediocres mientras aparco, sin demasiados escrúpulos asuntos de más elevado calado.
Habrá quién piense, eludiendo el meollo de la cuestión, que es y siempre será la pereza, que pueda ser falta de ambición. Sobre esta carencia, que como todas siempre hay que procurar paliar, me ha gustado siempre presumir, contra toda eviencia.
Porque no es que no tenga ambición, sino que... la tengo voluble.
viernes, agosto 04, 2006
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