Ahora quienes corren, quienes huyen de los mayores, son un grupúsculo adolescente extraños (aunque ninguno tanto como Juno).
Resúltase que mi hermano, menor en edad, sobresaliente en todo lo demás, temeroso de embrutecerse, según asegura, gracias a su nuevo estatus de de mil eurista, se encuentra rellenando sus estanterías de comics o tebeos, o como cojones se llamen.
De vez en cuando, no me pregunten por qué, habla conmigo. Hasta me cuenta chistes. Y yo, que me ilusiono con cualquier cosa, le escucho ávida, intentando, incluso, leer entre líneas. Insiste, luego, en que lea no se qué. Y me lo da. Y yo me lo leo.
Runaway. O, como diría yo misma, que soy de pueblo, corre pa' llá. Al parecer los vendedores de comics o de tebeos o como cojones se llamen, andan muy preocupados por las ventas. ¿De qué árbol se habrán caído? me pregunto yo, inocente, que siempre he creído, a pies juntillas, que el mérito de los comics o tebeos o como cojones se llamen es, precisamente, que son cosas exquisitas reservadas a minorías igualmente exquisitas (no se me ha notado mucho, pero lo de la exquisitez lo he dicho con un pelín de sorna).
El caso es que, como los vendedores, americanos, nortamericanos, perdón, de comics o tebeos o como cojones se llamen, han contratado a un tipo que se encarga del marketing, han empezado a querer ampliar sus reducidos grupos de lectores. Y, no se lo pierdan, como resulta que las niñas no leen comics (esto certifica que yo, no debo de ser una niña, pues he pasado aquello que recuerdo como tierna infancia entre Mafaldas y Fuera Bordas, pasando por Crepys perdidos, y zonas 84 encontradosa) están obsesionados con ellas, como Rajoy, vamos. Tienen una niña en la cabeza y quieren que lea comics o tebeos o como cojones se llamen.
Pero claro, las niñas de ahora, son un pelín góticas (?) y las aventuras de Esther les importan un bledo.
No tengo ni pajolera idea de quién se leerá Runaways. Ni me importa. Sólo diré, que los comics, o tebeos, o como cojones se llamen, se alimentan de sí mismos: Como la televisión. Así, cojones, no hay forma de iniciarse desde cero. Claro, que, no nos engañemos, de una u otra forma todos hemos llegado a saber quién es el Capitan América o Spiderman. De algo nos suenan. Pero no tanto como para saber el nombre de pila del adolescente que acompañaba al del escudo, o los nombres propios de todas las novias del de las telarañas.
Vamos, que los Runaways me han resultado medianamente entretenidos, pero que me mola más el Paracuellos, Frater, me perdone ud.
2 comentarios:
Mafalda... yo también la leía (la leo), me encanta.
Un hermano menor que a veces habla contigo... yo también tengo uno. Aunque a mí no me ilusiona grandemente conversar con él, jejeje.
Casualidades o causalidades?
Saludos.
Pat
De hecho Mafalda se parece mucho a aquellos elementos fraternales con los que no se sabe cómo lidiar. Si le dices sí, dirá que no, con argumentos irrefutables y viceversa, si le dices no, dirá que sí con irrefutables argumentos.
Demos gracias al útero materno, cueva críptica, fuente de vida, rosa de los vientos, por habernos proporcionado a esos seres extraños, ajenos, abismales, contrarios y contradictorios, de cuyos enfrentamientos hemos obtenido tanta fuerzas.
Amen.
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